«Una vez hablando con Gaby Heinze, me recomendó la serie Gambito de Dama. Cuando la miraba, veía a la chica, crack, que veía las piezas de ajedrez cuando se acostaba. Yo les decía a los muchachos que el mejor chupete es imaginarme el entrenamiento que voy a hacer al otro día: las tareas, las rotaciones, cómo hacer los cambios, el plan de partido. Me voy a dormir pensando en eso».
El que habla es Diego Martínez, el hombre que vive un sueño. Con 45 años, después de caminar desde abajo, llegó a la dirección técnica de Boca. Y su sueño es el de millones de personas cuyo corazón late al ritmo de la Bombonera. Y ese sueño despierta ilusiones, claro. Pero el hombre que arrancó su carrera como DT en Ituzaingó demuestra tener los pies sobre la tierra. Y vive este momento con prudencia, asumiendo con responsabilidad el gran reto que tiene por delante.
«A veces me llevo la libreta al lado de la cama por si se me ocurre alguna idea y la anoto», confiesa. Y revela la preocupación de sus hermanas: «Duermo poco, sí. Mis hermanas (es el menor en una familia con dos hermanas mayores que él) están preocupadas porque duermo demasiado poco», contó. Y enseguida confesó otra intimidad».
“El mayor desafío que tengo es la gestión y lograr, no que estén contentos porque es difícil para alguien que no juega, sino que al menos sepan y entiendan que son decisiones pensando en lo mejor para el equipo. Aunque me equivoque», afirmó con naturalidad sobre su trabajo en un pasaje de la entrevista que brindó a La Oral Deportiva, por Radio Rivadavia.
Martínez estaba tranquilo y contento por el buen triunfo que su Boca consiguió ante Belgrano el domingo a la noche en la Bombonera. Es que de a poco empieza acomodarse, tras un inicio irregular. Tal vez la igualdad conseguida en el Monumental el 25 de febrero ante River, luego de ir perdiendo, pudo haber significado un punto de inflexión.
“Soñé bastante con una noche como la que tuvimos con Belgrano. Hablamos con los muchachos de poder confirmar las buenas sensaciones que tenemos como equipo y era importante. Esto de reponerse, de seguir creyendo, la alegría que Edi (Cavani) haya convertido, de cómo la gente nos empujaba y porque creo que el equipo también le transmitió a la gente», contó.
Y en cuanto al crecimiento que ve del equipo, el ex DT de Huracán y Tigre no duda: «Merecemos tener más puntos, creo que pagamos con goles y resultados adversos que en otro partido o que otro equipo no termina pagando. Entiendo que han habido momentos de buen juego, de dominio, que nos representan, pero tenemos mucho más por crecer».
Con respecto a Cavani, para Martínez también es una novedad el hecho de dirigir a una estrella de la luminosidad del uruguayo. Pero el Gigoló es contundente al destacar: «Es muy importante para nosotros como cuerpo técnico, nos exige a mejorar y que la vara después sea tratar a todos como lo hacemos con Cavani, pero también con Sergio (Romero) o Marcos (Rojo). Tenemos la obligación de estar a la altura de ellos y eso nos ayuda a crecer».
Enseguida, con una breve anécdota, dimensionó nuevamente cuánta consciencia tiene del lugar que llegó a ocupar luego de su trayecto por todas las categorías del fútbol argentino. «El día que arrancamos las prácticas, me iba imaginando cómo iba a ser la charla con un plantel como el de Boca, así como en su momento había visualizado ese primer contacto con los jugadores de Ituzaingó. Pero esta vez fue distinto, porque fue muy fuerte levantar la mirada y ver a Edi, a Sergio, a Marcos…«.
Lo que sigue, asumido por el propio protagonista, es bien descriptivo. «Uno trata de tener un mapa de lo que quiere decir, pero en ese momento se me mezcló todo y no recuerdo lo que charlamos. Por eso después les pregunté a los chicos del cuerpo técnico si no había dicho ninguna pavada», confesó entre risas.
Y la charla gira hacia el pasado. A esos comienzos en la Primera D. «Claro que miro para atrás, todo el tiempo. Mi recorrido me pone orgulloso, lo hablo con mi familia, con mis hijos que están intentando ser futbolistas, con mi mujer que me acompaña en todo, lo veo cuando me encuentro con entrenadores del ascenso que me dicen que nos ven como espejo. Pero esto no frena, es un camino», aseguró Martínez, el hombre que en una década pasó del barro del ascenso a la alfombra azul y oro y buscará darle una identidad de juego a Boca.
El Boca de Martínez por el propio Martínez
En cuanto a nombres propios del plantel de Boca, además de elogiar repetidamente a los expertos, tuvo tiempo y palabras de elogio para destacar a varios de los jugadores del plantel, empezando por Kevin Zenón, ese refuerzo que tuvo entre ceja y ceja desde su primera charla con Juan Román Riquelme y que se metió muy rápido en el equipo y también en la gente de Boca.
«Sabíamos que Kevin era un jugador de sentir el fútbol a nuestras formas. Lo habíamos enfrentado y sentíamos que era un jugador versátil que participa en todas las fases del juego, que tiene intensidad y que deja el equipo en posiciones de ataque. Y lo principal es que es muy bueno como futbolista«, destacó.
Enseguida se refirió a la más reciente revelación de su equipo: el pibe Jabes Saralegui, a quien ya había señalado en su primer contacto con la prensa al asumir en el club. «A él no lo conocía de mis tiempos en infantiles, él llegó después. Me dio una sensación muy buena desde que lo vi, es de los antiguos volantes, como jugábamos nosotros, aquel volante tradicional del 4-3-1-2. Ese ocho que puede darte juego, ruptura, llegada al gol, frescura…», comentó.
En ese sentido, acerca de la influencia que pueden tener opiniones externas sobre sus decisiones (con el ejemplo de la situación que atraviesa Frank Fabra), el DT fue tajante: «Tratamos de ser genuinos con lo que decimos y entrenamos. Con respecto a lo externo trato de no ser un tonto, de ser selectivo con lo que consumo o escucho. Porque en Boca hay muchas opiniones y a veces tanto puede confundir, entonces trato de tener la cabeza fresca».
Es, claramente, una experiencia en todo sentido esta de dirigir a Boca para Diego Martínez. Y así lo vive, lo piensa y analiza el DT. Que tendrá que seguir sometiéndose al juicio popular en cada partido, y él lo sabe. Pero que con esa claridad para verlo al menos puede absorber más fácilmente lo que le toque vivir.