Los siglos XVIII, XIX y XX estuvieron llenos de cambios e innovaciones que buscaban facilitar las tareas cotidianas de las familias o empresariales. En estos años se vivió la Revolución Industrial, especialmente en Europa y los países primermundistas.
Entre los inventos que más se destacó y cambió el mundo para siempre fue el del teléfono, un artículo que cambió para siempre las comunicaciones interpersonales y facilitó la conexión de las personas alrededor del mundo.
El primer prototipo de teléfono lo presentó en 1854 el italiano Antonio Meucci, quien por razones económicas no patentó el diseño y décadas más tarde en 1871 se oficializó la patente del dispositivo por Alexander Graham Bell.
La oficialización de este aparato de comunicaciones se consolidó en el 1900, ya que pasó por varias etapas de desarrollo y pruebas, además de los conflictos de patentes. Actualmente, es uno de los artículos más usados y comunes del mundo.
La invención del teléfono tiene sus raíces a mediados del siglo XIX en Europa, cuando el inventor e ingeniero italiano Antonio Meucci, quien emigró a Estados Unidos, empezó a pensar en la idea de transmitir sonidos a través de cables.
Fue hasta 1879 cuando el científico e inventor Alexander Graham Bell presentó la primera patente de un dispositivo que permitía transmitir voz a través de una línea telegráfica, generando el inicio de una era de comunicación a distancia.
Bell fue el primero en patentar el prototipo de teléfono, aunque otros investigadores trabajaban en la idea de diseñar aparatos de conceptos y uso similar, por lo que se generó un gran debate alrededor del uso del teléfono.
Durante 1900 la idea del teléfono fue ganando terreno y gran protagonismo en la vida cotidiana y se fue perfeccionando a pasos agigantados. En el siglo XX el teléfono se convirtió en un electrodoméstico de gran uso y popularidad en las familias y empresas, pues permite una rápida conexión a distancia.
Fue hasta 1980 y 1990 que la idea del teléfono nuevamente sufrió un gran cambio con la llegada de los modelos inalámbricos y otra vez transformó los sistemas de comunicación tradicionales.
La patente de este dispositivo, que por más de 100 años se adjudicó a Alexander Graham Bell, fue corroborada en el siglo XIX, ya que se conoció que el primer prototipo de este dispositivo se desarrolló en el taller de Antonio Meucci y recibió el nombre de ‘teletrófono’.
Se sabe que Antonio Meucci diseñó el artefacto por una necesidad, ya que su esposa tenía graves problemas de movilidad debido al reumatismo y casi siempre se encontraba en el piso superior de su vivienda, por lo que él deseaba diseñar un elemento que les permitiera comunicarse sin la necesidad de desplazarse.
Aunque el italiano no registró el diseño del dispositivo, pudo demostrar públicamente en Nueva York en 1860 la transmisión a larga distancia de una soprano lírica. Este show y demostración sorprendió a los presentes, pero no consiguió quien respaldara su idea económicamente.
Por varios años, Meucci buscó el apoyo de la Western Union Telegraph Company, enviando descripciones detalladas de su invento. Sin embargo, la empresa pospuso las reuniones y devolvió los documentos alegando que se le habían perdido, por lo que años más tardes, el británico Alexander Graham Bell presentó su prototipo de teléfono inspirado en la tecnología de Meucci.
Este acto del inventor británico desencadenó la furia de Meucci, quien inició una campaña legal, que por la falta de recursos económicos no pudo ganar. La disputa se mantuvo por décadas y fue hasta 2002 cuando el Congreso de los Estados Unidos finalmente reconoció a Antonio Meucci como el verdadero inventor del teléfono.
*Por Tania Alejandra Hernández Torres