Entre las tantas estupideces progresistas que se fomentan con dinero público en Uruguay aparece el «Mes de la Visibilidad Menstrual».
Los días 30 y 31 de mayo en el Espacio Feminista Las Pioneras, la Red de Activistas Menstruantes del Uruguay organizó las ridículas «jornadas de visibilidad menstrual». Con el dinero de todos los que estamos obligados a contribuir, pretendieron hacer visible la menstruación como una cuestión de «justicia social».
Participaron colectivos como Inicia el Diálogo: ESI y Educación social para todes —una red que difunde la nefasta Educación Sexual Integral en nuestro país— y Endouruguay, una organización que «educa sobre endometriosis para empoderar» y sostiene que «todxs son bienvenidxs en este espacio», incluidos aquellos que ni siquiera tienen útero.
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Finalizadas las tragicómicas «jornadas menstruantes», en sus redes sociales sentenciaron: «Esto recién empieza. Las jornadas fueron solo el comienzo de un camino que seguiremos construyendo juntes. Porque hablar de menstruación es hablar de derechos, de salud, de educación, de equidad, de dignidad. Y porque no vamos a parar hasta que la menstruación sea visibilizada, respetada y tenida en cuenta en todas las políticas públicas».
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Más militancia ideológica con dinero público
Recordemos que, con el objetivo de impulsar una «gestión colectiva y comprometida con la defensa de los derechos humanos desde una perspectiva de género», en julio de 2020, la IM le entregó la gestión de los locales ubicados en el predio de la plaza Las Pioneras a seis colectivos feministas.
La cesión del lugar, conocido como Espacio Feminista Las Pioneras, se concretó bajo la administración del entonces intendente ultraprogresista Christian Di Candia, actual Subsecretario de Vivienda y Ordenamiento Territorial.
Desde entonces, Cotidiano Mujer, Colectivo Habitadas, Encuentro de Feministas Diversas, Las Puñadito, Colectivo Elefante y el Plenario de Mujeres del Uruguay (Plemmu) organizan múltiples actividades, como la pasada jornada de visibilidad menstrual, con el objetivo de imponer en la sociedad uruguaya el funesto feminismo de género.
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Dentro de sus líneas de acción se encuentra el lema progresista que reza: «combatir toda forma de violencia como el racismo, la xenofobia, el fascismo, la homolesbotransfobia y otras formas de discriminación».
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Feminismo estatal: rituales, pintura roja y dinero público
El feminismo de género promovido desde estos espacios se diferencia notablemente del feminismo de la primera ola, que luchó por la igualdad jurídica entre hombres y mujeres. En cambio, estas nuevas corrientes se centran en reclamar una serie de beneficios simbólicos y materiales que exceden el marco de los derechos ya conquistados y atentan contra las pruebas observables que ofrece la biología.
Esta tendencia ha derivado en la institucionalización de colectivos que, lejos de representar a todas las mujeres, responden a una agenda ideológica específica. Lo que buscan son privilegios y está a la vista: viven de dar talleres donde, en una especie de ritual, vuelcan pintura roja sobre adherentes para empoderarse y liberarse del heteropatriarcado normativo y los estereotipos de «género».
En síntesis, unas jornadas ridículas y vergonzosas, financiadas por todo el pueblo trabajador, para que las «oprimidas» hagan «terapia colectiva» porque sienten que es injusto menstruar.
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