Un nuevo e inédito estudio científico alertó a la fauna marina rionegrina. La investigación llevada adelante por dos científicas y docentes de la Sede Atlántica de la Universidad de Río Negro, la doctora Andrea Tombari y la licenciada Aimé Funes, en colaboración con otras instituciones, determinó que el 93% de los ejemplares analizados de Genidens barbus, un bagre marino de valor ecológico y pesquero, contenía microplásticos en su sistema digestivo. Se trata del primer trabajo en Argentina que estudia la presencia de estos contaminantes en esta especie costera, según señala una nota publicada por el portal Río Negro y que firma la periodista Martina Sehmsdorf.
La investigación fue publicada recientemente en la revista científica internacional Regional Studies in Marine Science y fue desarrollada de forma conjunta por investigadoras e investigadores de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN), la Universidad Nacional del Sur (UNS) y la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). El artículo, titulado “Microplastics in vulnerable catfish: Baseline data from Northern Patagonia’s Genidens barbus”, presenta un relevamiento inédito de la ingestión de microplásticos en una especie vulnerable y proporciona una línea de base fundamental para futuros estudios y políticas públicas ambientales en la región.
La licenciada Aimé Funes repasó el largo proceso que dio origen al trabajo. Hace tiempo atrás, la investigadora se encontraba trabajando en su tesis sobre la presencia de metales pesados en peces. “Una becaria doctoral de Oceanografía de la Universidad Nacional del Sur me invitó a trabajar en microplásticos en fauna marina”, contó. Fue así que hace seis años se gestó el proyecto articulado entre tres grupos de investigación. “Yo me encargué de recolectar las muestras acá en Viedma, y luego todo se fue completando en etapas”, relató Funes. La muestra incluyó ejemplares recolectados en dos ambientes costeros de gran valor: el estuario del Río Negro y Bahía San Blas, espacios que albergan una alta biodiversidad y sufren la contaminación antrópica como aguas residuales urbanas y actividades pesqueras.
La metodología del estudio incluyó la extracción y análisis de los estómagos de los peces. “Después de extraer los estómagos se hace una digestión en la que se busca eliminar toda la parte orgánica del estómago. O sea, todo lo que es tejido se elimina”, relató. “Después de filtrar los restos, se observan bajo lupa, y finalmente se determina qué tipo de microplástico es.”, detalló Funes.
Los resultados fueron contundentes: el 93% de los ejemplares analizados contenían partículas plásticas, en su mayoría fibras de entre 0,5 y 1,5 mm. Entre los polímeros detectados figuran PET, polipropileno, algodón-poliamida, resinas y celulosa. “El nivel de contaminación que encontramos es comparable al que se reporta en algunos estudios del hemisferio norte. En Norteamérica, por ejemplo, hay datos similares», señaló la investigadora. Sin embargo, es la primera vez que se puede decir esto, ya que nunca se había realizado una investigación que arroje estos datos en Argentina. “En el caso de Viedma, creemos que la mayor parte de los microplásticos proviene de efluentes urbanos no tratados. En Bahía San Blas, en cambio, los residuos parecen venir de las líneas de pesca que quedan enganchadas en la arena”, detalló Funes.
Para la comunidad científica y para la región, el aporte del estudio es crucial. “Esta investigación representa una línea de base», aseguró la científica. “Nos permite empezar a medir el impacto que nuestras actividades tienen sobre la fauna marina. Y al ser el primer trabajo de este tipo tanto para el estuario del río Negro como para San Blas”, agregó.
Este estudio llevado adelante por tres universidades nacionales no solo sienta un precedente importante, sino que, tal como dijo la investigadora, “a partir de esta información se podrán seguir estudiando las dos zonas y ver si se pueden establecer algún tipo de política que aminore este tipo de impacto”.