domingo, 26 octubre, 2025

Control de años: Gallardo, en su peor momento en River

Hace siete años (y dos días), Marcelo Gallardo le pedía al hincha de River que creyera porque tenía “con qué creer”. Acababa de perder con Gremio la semifinal de ida de la Libertadores en casa. Pero pese a ese palazo a la ilusión, el deté tenía fe y la compartió. El horóscopo no le falló: hubo victoria en Belo Horizonte, final onírica ante Boca y un título que marcó a su ciclo -y también a varias generaciones.

Ha quedado demasiado lejos todo aquello: a 84 meses de esa frase que se volvió eslogan, si el mismo Gallardo se sentara frente a las cámaras para repetirla sonaría casi a cliché inoportuno por falta de sustento. Este River, que es del Muñeco más por confección que por identificación, está lejos de atraer feligreses. Casi que los rechaza. No deja flancos optimistas en los que aferrarse para poder, en efecto, creer.

Pero, ¿tiene con qué hacerlo este River? El reto de un Gallardo que atraviesa su peor momento en Núñez será hacer un eficiente control de daños de este 2025 al que le queda apenas una diana a la que apuntar: el Clausura. “En estos 45 días debemos ver si podemos agarrarnos del campeonato. Es la única chance de revertir este año totalmente negativo”, advirtió el Muñeco en sus seis crudos minutos de alocución ininterrumpida.

El Muñeco, al salir del hotel (Juano Tesone).

Un speech en el que el técnico llegó a deslizar frases que hasta instalaron una duda sobre su futuro: “Al final de la temporada haremos un análisis de cómo seguimos (…) Después, se tomarán las decisiones que se tengan que tomar, es así”.

Aunque referirse a diciembre, aunque esté cercano en el tiempo, para River es como hablar de la posteridad. El espeso día a día no habilita a otra cosa que a intentar atenuar las consecuencias de los papelones. Y en esa línea, el objetivo que se trazó Gallardo resulta tan urgente y lógico como complejo. Para así cortar una sequía inesperada: en 15 meses, el Muñeco dirigió a River en siete torneos y no pudo ganar ninguno.

River tiene por delante el equivalente a un Mundial para atenuar los efectos adversos de su temporada olvidable. Ante Gimnasia vendrá una prueba de carácter en un Monumental que será cabildo abierto. Una semana más tarde, ganarle Boca en la Bombonera podría servirle al plantel como bebida energizante aunque caer será equivalente a perder otro campeonato. Y frente a Vélez -y con Guillermo en el banco- se someterá a un test de competitividad.

Si mete un pleno (o se acerca a él) entonces River sacará el boleto a la Libertadores y habrá tildado el objetivo menos ambicioso de todos los que se planteó. Para luego enfocarse en los playoff: otros eventuales cuatro partidos que podrían derivar en una estrella. Incluso dos, si hay Trofeo de Campeones.

Luego de la eliminación, el Muñeco y Borja (Juano Tesone).

El mapa teórico habilitaría la ilusión en otro contexto. En éste, asoma casi una ilusión sin fundamento. Si River está en un “momento de mierda” es porque ni Gallardo ha encontrado el plan adecuado ni los futbolistas han interpretado el mensaje como para desarrollarlo. Que el deté lo haya asumido públicamente puede ser un paso adelante: hasta acá, cuanto menos, fallaron sus pronósticos.

Porque es tan cierto que los jugadores no han rendido a la altura de las inversiones que se realizaron en las tres últimas ventanas de transferencias como que fue el Muñeco el que los eligió. Y si bien es real que la consolidación de un equipo requiere tiempo, el deté era consciente de que no iba a tener margen de competencia ni de fixture al momento de salir al mercado.

Tampoco lo han ayudado las rotaciones de nombres y de dibujos. Tampoco las de estilos. ¿Cuál es el River que quiere el deté? ¿El que con Lencina y Juan Cruz Meza sorprendía con vértigo en el alba del Clausura? ¿El que con pragmatismo y un enorme temperamento le ganó a Racing en la Copa Argentina? ¿El que a pura intensidad barrió a Estudiantes y días más tarde apretó a Palmeiras en el Monumental generando ilusión para la revancha?

San Pablo Brasil Estadio Allianz Parque Cuartos de Final Copa Libertadores Palmeiras vs River Plate Foto Juano Tesone / enviado especial – FTP CLARIN JUA05002.JPG Z JTesone

Las rotaciones de nombres y de dibujos, que incluyeron las apuestas por juveniles pero también a refuerzos de altos kilates, no funcionaron para darle confianza a un grupo derrumbado anímicamente. Que no ha representado al hincha y que ha oído en el Liberti y en el Kempes un cantito con insultos.

Esa es la magnitud del mal momento. El equipo ya no tiene margen para más trompazos: los siete que ya sufrió (ver Las piñas…) lo dejaron sin aire. Sin confianza. Del control de daños del año dependerá que River vuelva a creer. Y que esas “decisiones” a las que se refirió el Muñeco no vayan más allá de una evaluación.

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