Trump es como Perón, me dijo el consultor demócrata, Trump es Perón, me dijo el consultor republicano. Ambos estaban en la Convención Internacional de Consultores reunida en Montreal. Ellos que no se ponían en nada de acuerdo, coincidían en un punto.
Su interpretación sobre Perón no estaba vinculada ni a la prédica sobre la justicia social ni sobre la independencia económica ni la soberanía política. Ni siquiera lo emparentaban con la promesa del presidente electo, respecto de desarrollar una política económica que aliente la radicación de industria norteamericana y genere empleo. Esa era una de las cosas sobre las que Trump había hablado en su último discurso en el cierre de campaña en Michigan, recordando que en su anterior mandato logró que vuelvan al país las fábricas de automóviles y baje rápidamente la desocupación. Pero no era sobre eso la asociación.
Para ambos, Perón era sinónimo de poder, de hacer las cosas a voluntad. Interpretaban que Trump había vencido brutalmente al lograr persuadir a diferentes sectores de la sociedad de pintar de rojo el mapa. Y entendían que al tener control sobre la Corte y el Parlamento nada podrá detener su voluntad. Poca referencia hubo al reconocimiento de la victoria de su adversario por parte de Kamala. Para ella, lo que diferenciaba a un demócrata de un monarca o un tirano, era que el primero era capaz de reconocer su derrota y el otro no. Trump nunca reconoció la victoria de Biden.
Esto no les gusta a los autoritarios
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Al consultor demócrata el triunfo republicano le llenaba de temor por el futuro de la democracia, y ese miedo lo asociaba a la idea de un futuro autoritario y antidemocrático, al consultor republicano, la nueva situación le parecía fantástica. Por fin, podrían hacer lo que correspondía sin que el progresismo les moleste con el tema del aborto, de los derechos civiles, y el andar metiéndose en guerras innecesarias, gastando el dinero de los contribuyentes en nombre de Occidente y el combate al comunismo.
La asociación con Perón también cobra sentido cuando Trump habla de que nació un nuevo movimiento de vastos sectores extrapartidarios que lo apoyan. A todo esto debiéramos recordar que fue declarado culpable por falsificación de firma y estaba a la espera de la penalidad, la que al ser presidente, dejará de existir mientras esté en el Ejecutivo. También lo esperaban otras causas que quedarán en suspenso o serán anuladas. Esta discusión sobre democracia, autoritarismo y corrupción recorre el mundo. Así como la idea de que los líderes de la nueva derecha harán cualquier cosa por imponer su voluntad. Como sabemos, todo depende de en qué lado del mostrador se esté, ya que desde ambos bandos, se acusan mutuamente de ser o no democráticos, y o de distorsionar el significado de la misma. Volviendo a nuestro país, tanto el oficialismo como gran parte del peronismo se alegraron por quién fue el vencedor. El oficialismo, no lo está por el contenido programático proteccionista, sino por el contenido antiwoke y el concepto de que el poder debe ser ejercido del modo más vertical posible.
El peronismo se alegra por los contenidos proteccionistas e industrialistas de su plataforma. Es bueno recordar que Trump tiene como lema MAGA y eso significa priorizar el interés norteamericano por encima de todo. Con lo cual es muy probable que Milei más allá de los acuerdos comerciales que intenta lograr puede no sentirse identificado con la política proteccionista de la nueva administración y que puesta en marcha la geopolítica del país del Norte, el peronismo deje de sentirse cómodo. También en los temas judiciales tenemos el doble estándar.
Para Milei, las causas contra Trump, seguramente eran parte de la persecución demócrata, pero las de Cristina parten de un juicio justo y Cristina lee la suya como lo hicieron Trump y Lula. “Líderes perseguidos por el poder de turno”.
*Consultor y analista político.