La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció este viernes en Montevideo (Uruguay) el cierre del “histórico” acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea. “Este es un buen día para el Mercosur, es un buen día para Europa, y de alguna manera un momento histórico para nuestro futuro compartido”, declaró von der Leyen, a pesar de la reticencia de Francia. En los medios se lo ha publicitado como «la creación de la mayor zona de libre comercio del planeta», «un mercado de 700 millones de personas». Sin embargo, el acuerdo plantea un nuevo salto en la semicolonización de la región, está orientado a favorecer a los grandes capitales a expensas de la industria local y los trabajadores, aumentando el atraso, la dependencia económica y los problemas sociales en la región.
La funcionaria de la Unión Europea (UE) destacó que el pacto “facilitará la inversión europea en industrias estratégicas en todos los países del Mercosur, como ser la minería sostenible, productos forestales sostenibles, solo para mencionar algunos”.
Luego del anuncio, los países que integran el bloque regional y la UE emitieron una declaración conjunta donde advirtieron que el convenio “está listo para su revisión legal y traducción” para proceder después a «la futura firma».
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En Argentina, Cancillería difundió la declaración conjunta Mercosur-UE, donde se expresa una declaración de intenciones pero no se detalla la letra del propio acuerdo. «Teniendo en cuenta los avances logrados en las últimas décadas hasta junio de 2019, el Mercosur y la Comisión Europea se han comprometido, desde 2023, en un intenso proceso de negociaciones», plantearon los representantes. El objetivo fue “ajustar el acuerdo a los desafíos que se enfrentan a nivel nacional, regional y global”, para lo cual recordaron que “en los últimos dos años, ambas partes participaron en siete rondas de negociaciones, entre otras reuniones, y se comprometieron a revisar los asuntos relevantes”.
«Lo primero que quiero aclarar es que no es solo un intercambio comercial, que lo es, quizás de manera más importante para nuestros países de economías más pequeñas, pero hay alguna conexiones con Europa que nos unen más allá y eso tenemos que valorarlo y entenderlo», aseguró Lacalle Pou, en representación de todos los países miembros del Mercosur.
Javier Milei por su parte, dijo que «El Mercosur, que nació con la idea de profundizar nuestros lazos comerciales, terminó convirtiéndose en una prisión que no permite que sus países miembros puedan aprovechar ni sus ventajas comparativas, ni su potencial exportador».
Claves del acuerdo
El 14% de las exportaciones del Mercosur se dirigen a la Unión Europea—equivalentes a unos 43.000 millones de euros—, mientras que el 20% de las importaciones regionales provienen de Europa. En 2023, el comercio entre ambos bloques fue de casi U$S 110.000 millones.
El Tratado ha tenido un importante avance a mediados de 2019, durante la presidencia de Mauricio Macri en Argentina, y donde se conocieron gran parte de los ejes principales vinculados con la liberalización del comercio, eliminación de aranceles con plazos de hasta 15 años, licitaciones, propiedad intelectual, entre otros aspectos.
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En materia comercial, cabe señalar la enorme desigualdad entre ambos bloques. Mientras que el 68% de las importaciones del Mercosur desde la UE son productos manufacturados de alto valor agregado (como vehículos, maquinaria y productos farmacéuticos), el 63% de las exportaciones del Mercosur a la UE son productos agrícolas y alimenticios. Esto sugiere que el acuerdo podría aumentar el déficit comercial de países como Argentina y Brasil, beneficiando principalmente a la UE.
Las multinacionales automotrices y las grandes patronales agrarias serían las principales beneficiarias del acuerdo. Las empresas europeas podrían reducir costos de importación y exportación, mientras que los sectores del agropower verían con buenos ojos la apertura del mercado europeo, razón por la cual se expresa la reticencia de Francia por la desigual capacidad de competir de sus productores agropecuarios.
Por otra parte, la reducción de aranceles beneficiaría a las empresas europeas, que ya tienen una ventaja competitiva por su mayor productividad. Esto podría perjudicar a las industrias locales del Mercosur, que enfrentarían una competencia más dura en sus propios mercados. De esta forma, se anticipan problemas de empleo y distribución del ingreso dentro de los países del Mercosur, ya que algunos sectores podrían ganar mientras otros pierden. Esto podría llevar a una presión para reducir costos internos, afectando los salarios y promoviendo reformas laborales y previsionales desfavorables para los trabajadores
El acuerdo es un paso más hacia la subordinación de los países del Mercosur a los intereses del gran capital imperialista, reforzando una dependencia económica que no ofrece beneficios claros para las mayorías populares.