lunes, 23 diciembre, 2024

Se fueron 2 años a vivir a Key Biscayne y cuentan por qué se quedaron: Les abrimos puertas y oportunidades

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“Argentina es mi país”, dice Lucas Martínez, un hombre que decidió emprender una aventura que creyó que duraría dos años, pero que ya lleva más de una década. A pesar de la distancia, para él, volver al sur es retornar a su casa, a la familia y amigos del colegio, significa reencontrarse con el barrio y sus calles imperfectas, pero poseedoras de un halo de magia irreproducible.

Sin embargo, para él volver ya no es tan solo una sensación unidireccional. Cada vez que emprende su viaje de regreso desde Argentina hacia su lugar de residencia actual, en Key Biscayne, la sensación de otro `volver´ lo invade con la misma intensidad, en definitiva allí, en el país del norte, está su hogar y el grupo de amistades con quienes comparte la cotidianidad. Allí se encuentra la vida diaria que construyó junto a su esposa y sus hijos: “Digamos que la sensación es que el mundo se ha vuelto un lugar más amplio”, reflexiona. “Nuestro lugar ya no es solo Argentina”.

La idea de irse surgió junto a su mujer cierto día como cualquier otro, once años atrás. Argentina se hallaba en un momento crítico, tanto a nivel económico como social, cuando una muy buena oferta laboral por parte de la empresa donde solía trabajar, le brindó a Lucas la oportunidad de irse a vivir a Miami.

Casado y con tres hijos chicos, todos coincidieron en que aquello era un regalo de la vida, una posibilidad de emprender una aventura maravillosa de a cinco. Sus tres varones aún estaban en una edad ideal para el cambio (Tomás tenía 10, Nicolás 4, y Felipe 1) y llegaron a la conclusión de que irse por dos años a Estados Unidos sería bueno para todos, en especial para los más chicos, que tendrían la posibilidad de absorber una nueva cultura siendo muy jóvenes, así como de aprender inglés nativo: “Con el escenario de irnos por dos años, todos nos apoyaron y les pareció una aventura muy divertida”, rememora Lucas.

Un nuevo faro en el horizonte.

En pos de preparar un aterrizaje ameno, el matrimonio contactó a los amigos y conocidos que tenían ciertas herramientas para ofrendar. Por aquel sendero comprendieron que había tres grandes comunidades de argentinos: en Weston, Coral Gables, y Key Biscayne; exploraron las tres posibilidades y se decidieron por Key Biscayne.

Los tres primeros meses no fueron simples. Pasaron de una casa con comodidades a un departamento un tanto ajustado para los cinco. Nicolás, quien tenía 4 por entonces, se frustraba cuando no entendía el inglés, y la lejanía de la familia se hizo sentir en varias instancias, provocando esa opresión inexplicable en el corazón de aquellos que emigran. Pero por fortuna, poco a poco, todo se fue acomodando.

“Estados Unidos es un país espectacular, sobre todo cuando naciste aquí. Pero quien llega de grande tiene varios desafíos, por ejemplo, para todo hace falta tener scoring crediticio, donde una de las variables es el tiempo que llevan abiertas las tarjetas de crédito”, explica Lucas.

“Estados Unidos es un país espectacular, sobre todo cuando naciste aquí».

“Por el otro lado todo funciona. Facilísimo sacar las líneas de teléfono, con teléfonos nuevos (el último modelo). Compré mi primer auto solo firmando unos papeles, y pagando la primera cuota un mes después, gracias a una carta de mi empresa para que me dieran crédito. Los chicos tienen cuenta de banco de ahorro y tarjeta de débito desde los 12 años y van aprendiendo el uso del dinero”.

“Acá todo el mundo te habla en inglés… de entrada. Pero el 90% de los lugares, si hablás en español, hablan sin problema. Miami es uno de los pocos lugares de Estados Unidos donde podés vivir sin hablar inglés”.

Elegir un rincón del mundo con una comunidad argentina fuerte tuvo muchas ventajas, entre ellas descubrir que allí podían conseguir todas delicias que creyeron que iba a extrañar, ya sea yerba, vino, alfajores, carne, empanadas, dulce de leche y tantos productos más, típicos en sus costumbres.

“Las amistades que forjás en el exterior se transforman en una familia».

Asimismo, en Miami en general, la familia Martínez halló una sociedad un tanto atípica a nivel humano, y tal como les habían anticipado, diferente al resto de Estados Unidos: “Casi no es Estados Unidos. Tiene todo lo bueno del país, con la calidez de América Latina. Nuestros hijos hablan inglés nativo entre amigos, que son argentinos, españoles, colombianos y venezolanos. En nuestro caso, tenemos varios grupos de amigos, donde hay mayoría de argentinos, con mucho asado, pádel, y fútbol”.

“Las amistades que forjás en el exterior se transforman en una familia. Son los que te ayudan en las mudanzas, en las enfermedades, en las comuniones, en buscar a un hijo en el colegio si vos no podés. Es algo muy especial que se comparte y un gran sostén viviendo lejos de la familia”, continúa.

«Tiene todo lo bueno del país, con la calidez de América Latina. Nuestros hijos hablan inglés nativo entre amigos, que son argentinos, españoles, colombianos y venezolanos. En nuestro caso, tenemos varios grupos de amigos, donde hay mayoría de argentinos, con mucho asado, pádel, y fútbol”.

“Un gran impacto en la calidad de vida es el tema de salud y servicio médico. Eso sí que es difícil de entender y manejar incluso después de vivir once años acá. Nunca sabés cuánto vas a pagar por ir al médico o por hacerte una radiografía. Pensás tres veces antes de ir a una guardia cuanto tu hijo se golpea porque no sabés si vas a pagar cero, cien o mil dólares por la visita”.

A nivel laboral el panorama también se dibujó extraño, obligando a Lucas a pensar por fuera de los esquemas típicos. Con el tiempo, descubrió que Miami no era precisamente el mejor lugar para desplegar una carrera corporativa, en especial al ver cómo la inversión en Latinoamérica se limitaba cada día más: “Y para el americano, Miami es un lugar de vacaciones lleno de latinos”, agrega.

Luego de ocupar posiciones como director regional, Lucas quería ir por más, sin embargo, alcanzar un cargo jerárquico para atender el mercado americano se presentó como una opción compleja, que lo confrontó con ciertas realidades innegables y por momentos desafiantes: “Por más buen inglés que tengas, seguimos siendo latinos, con otra cultura, y Miami está lejos de las grandes ciudades corporativas. Nuestra región ideal para trabajar desde Miami sigue siendo algo conectado con Latinoamérica”, afirma al respecto.

“Por más buen inglés que tengas seguimos siendo latinos»

Finalmente, en 2024, el argentino decidió enfrentar un reto mayor para progresar en su carrera y en su bienestar personal: dejar el universo corporativo y crear su propia empresa (Power Inside Out). Y con aquella resolución llegó otra certeza: ya no estaba de paso.

“Una vez que decidimos quedarnos en Miami (ya nuestro hijo mayor está en la universidad acá) sentimos que era el camino a seguir. Usando nuestra experiencia de años corporativos en liderazgo de equipos de ventas y marketing, junto a temas adicionales que empezamos desarrollar y profundizar los dos acá, decidimos ponerlo al servicio de empresas medianas para ayudarlos a crecer más rápido con toda la experiencia de las empresas multinacionales”, reflexiona.

“Fue impresionante entender el ecosistema que hay para ayudarte a tener éxito como entrepreneur. Por ejemplo, consultoría gratis pagada por el Estado para ayudarte a crecer. El concepto: si te va bien, das trabajo y pagás impuestos. Entonces El estado te ayuda”.

Argentina siempre presente.

Dos años se transformaron en once, una aventura mucho más larga de lo que Lucas jamás hubiera imaginado. Sus hijos, que allá a lo lejos eran pequeños y tenían la edad ideal para embarcarse en una experiencia transformadora, hoy son adolescentes y jóvenes atravesados por el multiculturalismo y la apertura al mundo.

Más allá de su amor intacto e intransferible por su tierra, para la familia Martínez su aventura tiene hoy un balance positivo, a pesar de los retos que presentó su camino. Para ellos, la elección de un destino con una comunidad argentina fue clave y, por supuesto, la cultura peculiar de Miami y los paisajes hipnóticos de Key Biscayne, sumaron a la magia de su travesía.

“Acá estamos, con nuestro mundo ampliado. Seguimos viendo los partidos de fútbol argentino, junto al Inter de Messi. Mi hijo menor duerme con la remera argentina de Messi y tiene otra remera suya firmada en un cuadro en el cuarto, más un botín firmado.”, dice Lucas con una sonrisa.

“Acá estamos, con nuestro mundo ampliado».

“Con una experiencia de vida así creo que aprendés mucho. Tu cerebro aprende a pensar más global, sumás tu creatividad y resiliencia argentina a casi todos los procesos, así como las oportunidades de Estados Unidos. A nuestros hijos les parece natural ir y venir entre países, tener amigos de Argentina, Colombia o España, o subirse a un avión para viajar a cualquier lado. Hablan inglés nativo a un nivel que nosotros nunca vamos a llegar, junto al español argentino”.

“No sé dónde vamos a terminar nosotros o ellos en el futuro. Solo sabemos que les abrimos puertas y oportunidades para que tengan más opciones para elegir qué quieren lograr en su vida”, concluye.

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Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a [email protected] . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.

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